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Diagnóstico del Reflujo Gastroesofágico: pH-metría y diagnóstico diferencial

Un médico hispano de mediana edad en una sala de examen moderna observa atentamente una pantalla de computadora que muestra un gráfico de niveles de pH, relacionado con una prueba de pH-metría. En el escritorio hay libros médicos y un modelo del sistema digestivo humano, destacando el esófago y el estómago, en un entorno profesional y calmado.

El diagnóstico de reflujo gastroesofágico (GERD, por sus siglas en inglés) es un desafío clínico debido a la variedad de manifestaciones que puede presentar. La pirosis y la regurgitación son síntomas típicos, pero también pueden presentarse síntomas atípicos como tos crónica y laringitis. La identificación precisa de GERD es crucial para evitar complicaciones como la esofagitis, el esófago de Barrett y el adenocarcinoma esofágico. En este contexto, la pH-metría esofágica se ha consolidado como una herramienta diagnóstica esencial, especialmente en casos donde los síntomas persisten a pesar del tratamiento empírico con inhibidores de la bomba de protones (IBP).

La pH-metría esofágica de 24 horas es considerada el estándar de oro para el diagnóstico de GERD, permitiendo la medición continua del pH en el esófago y la correlación de los episodios de reflujo con los síntomas del paciente. Esta técnica es particularmente útil en pacientes con síntomas atípicos o en aquellos que no responden al tratamiento con IBP. Además, la combinación de pH-metría con impedancia multicanal (MII-pH) ha mejorado la capacidad diagnóstica al detectar tanto el reflujo ácido como el no ácido, lo que es crucial para el diagnóstico diferencial de condiciones como la enfermedad por reflujo no erosiva (NERD) y la pirosis funcional [1].

La endoscopia es otra herramienta diagnóstica importante, aunque su sensibilidad es limitada en la detección de GERD, ya que muchos pacientes presentan una mucosa esofágica normal. Sin embargo, es esencial para descartar otras patologías como la esofagitis eosinofílica y para evaluar complicaciones del reflujo. La manometría esofágica también juega un papel en el diagnóstico diferencial, ayudando a identificar trastornos motores esofágicos que pueden simular o coexistir con GERD, como el síndrome de acalasia [2].

En conclusión, el diagnóstico de GERD requiere un enfoque multidisciplinario que combine la historia clínica, la respuesta al tratamiento empírico y pruebas diagnósticas específicas como la pH-metría esofágica, la endoscopia y la manometría. La identificación precisa del tipo de reflujo y su correlación con los síntomas es fundamental para guiar el tratamiento y mejorar la calidad de vida del paciente. La evolución de técnicas menos invasivas y más precisas promete mejorar aún más el manejo de esta condición prevalente.

Referencias


Creado 2/1/2025