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Furosemida: Efectos adversos y recomendaciones para vigilar la función renal

Paciente hispano de mediana edad en consulta médica con doctora hispana, quien le explica el uso de una tableta. La doctora lleva bata blanca y estetoscopio, y en el escritorio hay un modelo de riñón, sugiriendo un enfoque en la función renal.

La furosemida, un potente diurético de asa, es ampliamente utilizada en la práctica clínica para el manejo de condiciones como la insuficiencia cardíaca, la hipertensión y el edema asociado a enfermedades renales. Sin embargo, su uso no está exento de riesgos, y es crucial que los médicos estén al tanto de los efectos adversos potenciales y las estrategias para vigilar la función renal en pacientes que reciben este medicamento.

Efectos adversos de la furosemida

La furosemida actúa inhibiendo la reabsorción de sodio y cloro en el asa de Henle, lo que resulta en un aumento de la excreción de agua y electrolitos. Este mecanismo puede llevar a desequilibrio electrolítico, incluyendo hiponatremia e hipokalemia, que son complicaciones comunes en pacientes tratados con diuréticos de asa. Además, la hipovolemia es un riesgo significativo, especialmente en pacientes con insuficiencia renal o cardíaca preexistente.

Otro efecto adverso notable es la ototoxicidad, que puede manifestarse como tinnitus o pérdida auditiva, especialmente cuando se administran dosis altas o en combinación con otros medicamentos ototóxicos. La administración intravenosa rápida también puede aumentar este riesgo [1].

La función renal puede deteriorarse con el uso de furosemida, particularmente en pacientes con insuficiencia renal aguda o crónica. Estudios han demostrado que la combinación de furosemida con otros diuréticos, como la manitol, no ofrece ventajas significativas en la prevención de la nefrotoxicidad inducida por cisplatino [2]. Además, el uso concomitante de furosemida con medicamentos como vancomicina puede aumentar el riesgo de nefrotoxicidad [3].

Recomendaciones para vigilar la función renal

Es esencial realizar un monitoreo regular de la función renal en pacientes que reciben furosemida. Esto incluye la medición de electrolitos séricos y la creatinina para detectar cualquier deterioro renal temprano. La BOLD-MRI ha emergido como una herramienta prometedora para evaluar la oxigenación renal y podría ser útil en el futuro para predecir el declive de la función renal [4].

En pacientes con insuficiencia cardíaca, la combinación de furosemida con otros diuréticos debe ser cuidadosamente considerada y personalizada para minimizar el riesgo de efectos adversos [5]. Además, la suplementación con magnesio puede ser beneficiosa para prevenir la nefrotoxicidad en pacientes que reciben quimioterapia con cisplatino [2].

Conclusiones

La furosemida sigue siendo una herramienta valiosa en el manejo de diversas condiciones médicas, pero su uso requiere una vigilancia cuidadosa para evitar complicaciones. Los médicos deben estar atentos a los signos de desequilibrio electrolítico, hipovolemia y ototoxicidad, y ajustar el tratamiento según sea necesario para proteger la función renal. La implementación de estrategias de monitoreo adecuadas es crucial para optimizar los resultados del tratamiento y minimizar los riesgos asociados.

Referencias


Creado 6/1/2025