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Polymyalgia Rheumatica vs. Giant Cell Arteritis: Timely Management of Elderly Patients with Shoulder Pain and Elevated ESR to Reduce Risk of Blindness

Medical consultation in a well-lit room. An elderly patient, approximately 75 years old, attentively listens to a middle-aged Hispanic doctor who is explaining something with a reassuring expression. The doctor is wearing a white coat and a stethoscope, holding a clipboard. On the wall, there is a diagram of the human vascular system, emphasizing the importance of timely management in conditions such as polymyalgia rheumatica and giant cell arteritis, which can present with shoulder pain, elevated ESR, and a risk of blindness.

La polymyalgia rheumatica (PMR) y la giant cell arteritis (GCA) son dos condiciones inflamatorias que afectan predominantemente a la población geriátrica. Ambas enfermedades comparten características clínicas y epidemiológicas, lo que a menudo complica su diagnóstico diferencial. La PMR se caracteriza por shoulder pain, rigidez matutina en la cintura escapular y pélvica, mientras que la GCA puede presentar síntomas como cefalea, claudicación mandibular y, en casos severos, risk of blindness debido a la isquemia ocular.

Profundizando en el manejo clínico

El diagnóstico temprano y el manejo adecuado de estas condiciones son cruciales para prevenir complicaciones graves. La GCA, también conocida como arteritis temporal, es una vasculitis de grandes vasos que puede llevar a complicaciones como la pérdida de visión si no se trata de manera oportuna. La elevated ESR y la proteína C-reactiva son marcadores inflamatorios comunes en ambas condiciones, aunque no siempre están presentes. En casos de sospecha de GCA, una biopsia de la arteria temporal sigue siendo el estándar de oro para el diagnóstico, aunque técnicas de imagen como el ultrasonido Doppler y la angiografía por resonancia magnética también son útiles [1].

El tratamiento inicial para ambas condiciones suele incluir glucocorticoides. En la GCA, se recomienda iniciar con dosis altas de prednisona (40-80 mg/día) para prevenir complicaciones isquémicas, mientras que en la PMR, dosis más bajas (15-20 mg/día) suelen ser suficientes [2]. La adición de agentes ahorradores de esteroides como el metotrexato puede ser beneficiosa en pacientes con recaídas frecuentes o efectos secundarios significativos de los glucocorticoides [3].

Conclusiones

El manejo de la PMR y la GCA en pacientes geriátricos requiere un enfoque multidisciplinario y una vigilancia continua para minimizar los riesgos asociados tanto a la enfermedad como al tratamiento prolongado con glucocorticoides. La colaboración entre médicos de atención primaria y especialistas es esencial para el diagnóstico temprano y el manejo efectivo de estas condiciones. Además, es importante considerar la evaluación geriátrica integral para abordar las necesidades específicas de esta población, incluyendo la evaluación de la función visual, el estado emocional y la capacidad para realizar actividades diarias [4].

Referencias


Created 6/1/2025